Describir lo que supone un día de boda para mí no resulta algo sencillo. Aunque existen algunas escenas más o menos comunes, incluso éstas se desarrollan de una manera muy diferente dependiendo de muchas variables. En general me gusta describirlo como un maravilloso caos, veréis porqué.
Nervios. ¡Por muchos años más!
Siempre doy mucha importancia a crearme con la pareja un borrador de horarios, lugares y sorpresas que se darán a invitados además de otras anotaciones vitales para que resulte un reportaje que cubra los momentos que deben estar sí o sí, además de imágenes que reflejen ese día de un modo documental y a la vez emotivo. Lo cierto es que en general se cumple, pero ocurre que después hay una vorágine de reacciones tanto de la propia pareja de novios como de los invitados, que introducen momentos con los que nadie contaba, y ahí reside parte de la magia y el caos que describía al principio. Se podría decir que siento ese tipo de nervios que uno vive antes de que ocurra algo grande y lindo. Creo que es una buena señal. A pesar de las docenas y docenas de bodas que he hecho todos estos años, me siento muy lejos de estar quemado y tomármelo como “una boda más”. Ojalá no pierda nunca esa sensación en mi trabajo.
La preparación. Primeras fotos en casa de cada novio
Los reportajes suelen comenzar con imágenes en la casa del novio, y podría decir con seguridad que son ambientes más tranquilos. Ellos suelen presumir de no estar nerviosos hehehehe…. Pero yo sé que sí lo están. En cualquier caso, son fotos mucho más apacibles donde puedes interactuar con él con comodidad, y las personas que están con él van apareciendo y ayudando si hace falta para completar fotos de cómo se van poniendo guapos para la ocasión.
En la casa de la novia ocurre toooodo lo contrario. Histeria, risas, prisas, una revolución de emociones y gente entrando y saliendo sin parar. La foto puede estar ante ti, detrás de ti, en la cocina, en la terraza, en la mamá ayudando con un velo que no acaba de fijarse, en el abuelo sentado en la cocina, en las amigas que se abrazan, el timbre que no deja de sonar…. Es todo un reto, pero un maravilloso reto.
La Ceremonia. Afecto y cariño entre novios e invitados, oro puro para un fotógrafo
Como debo estar en el lugar de la ceremonia varios minutos antes de la llegada de la novia tengo que recoger todo el equipo y salir corriendo. Allí me encuentro al novio, sin duda algo más nervioso y esperando a la novia mientras saluda a algunos de los invitados. ¡Todo el mundo está muy sonriente y con ganas de que comience el lío!
Hay muchos tipos de ceremonias y podría decir que en todas se puede respirar ese aire de solemnidad, incluso en las más informales, pero la parte que más me suele gustar es cuando algunos de los invitados o familiares expresan en medio de lágrimas todo su afecto y cariño por la pareja de novios leyendo algún texto que han preparado para la ocasión. Antes o después ambos rompen también en lágrimas y de algún modo se libera tensión. Las fotos que se consiguen son oro puro.
Las fotos más íntimas de la boda
Una vez terminada la ceremonia, me suelo quedar con los novios a solas y con algún amigo o amiga. Entonces nos vamos a varias localizaciones elegidas previamente y, mientras los invitados se dirigen al cocktail, comienza una parte importante en lo que respecta a mi trabajo y el resultado final. Son esas fotos que yo definiría como más artísticas, íntimas y cariñosas de la pareja.
Si no se ha hecho preboda, (lo cual suelo aconsejar para reducir al máximo la típica timidez), hay que transmitir muchísima confianza y desenfado en la pareja. Considero que es algo que creo que hago bastante bien. De hecho, no me gustan los posados demasiado preparados y artificiales, ni los encuadres imposibles. Mi misión es hacer que se sientan relajados, tal cual son, y poco a poco los gestos de cariño aparecen. La complicidad. La magia. El amor que los une. Todo comienza a fluir y luego ven que ha sido más que fácil. ¡Si hasta ha sido divertido!
Las fotos más divertidas son en el cocktail
La parte del cocktail es muy diferente. Se trata de buscar esas imágenes de los invitados hablando y divirtiéndose sin que sepan muchas veces que les estoy haciendo fotos. Se puede ver a los abuelos rejuvenecidos con sus nietos. Las amigas rodeando a la novia. Los amigos felicitando al novio. Las mamás recordando sus propias bodas. Los niños jugando por todos lados… Mires hacia donde mires hay una foto esperando ser descubierta.
El banquete, un respiro para el fotógrafo
Durante el banquete, a excepción de las clásicas fotos que se me piden del corte de la tarta y algunos besos que piden los invitados a los novios o los padres de ellos, mi trabajo se mantiene un poco al margen y aprovecho para comer algo. Siempre muy cerquita del salón donde está todo el mundo, porque ocurren sorpresas durante la cena. Y ahí tengo que estar yo preparado. Tiempo para descansar un poco también. Comienzan a ser muchas horas dando el 110% de uno mismo y el cuerpo y la mente necesitan una pausa muy agradecida.
Dependiendo de la boda, en ocasiones hay una proyección de fotos antiguas de los novios antes de conocerse y durante su relación antes del día de la boda. Otras veces, también está el momento de la novia tirando el ramo a las chicas. La gente a estas alturas ya está muy desinhibida y es relativamente fácil conseguir muy buenas fotografías. Hay reparto de regalos a abuelas, bisabuelas, amigos íntimos, papás, etc. ¡Y mis cámaras registrando todo lo que está ocurriendo!
Fiesta … ¡ los invitados también quieren sus fotos !
Pronto comenzará el baile inaugural de los novios, la fiesta y el baile. En general, muchos invitados ya tienen un punto de alcohol suficiente como para que incluso ellos te busquen y les hagas esa foto divertida. O hacer ese tipo de locuras de las que no recuerden al día siguiente, pero que a mí me hacen muchísima gracia. Y es que no hay mejor material que éste cuando se trata de conseguir un reportaje lleno de emociones puras. Imágenes que sería muy difícil conseguir recién conoces a la gente.
Bailes y coreografías
Mires donde mires, una escena memorable puede estar ocurriendo: Niños fascinados con el ambiente, la música, las luces, la euforia en general y la sensación de ¡hoy puedo jugar y divertirme hasta muy tarde! Los más mayores bailando o hablando entre ellos. Flashmobs, coreografías, besos y abrazos por todos lados. Incluso en la zona de fumadores te puedes encontrar con escenas memorables. Por cierto, me he encontrado con todo tipo de bailes inaugurales. Desde elegantes valses a smash-ups de más de 10 o 12 canciones con un baile realmente ensayado. Y también el novio donde, reconozcámoslo, el baile no es su mayor virtud, pero que siempre, siempre, es tan enternecedor su intento de hacerlo digno. Por supuesto que sí.
… y también fotos del final de ese gran día
Mi trabajo está llegando a su fin, pero no por ello las imágenes dejan de brotar. Grupos de amigas llorando de emoción y abrazadas, parejas besándose, chicas con vestidos espectaculares bailando como si no hubiera un mañana, gente abstraída consultando sus móviles, bebés ya dormidos en brazos de su mamás… Uno se siente privilegiado de poder acceder a ese tipo de belleza y hacer de ello un modo de vida.
Pasadas una o dos horas del comienzo del baile y la barra libre mis baterías suelen estar poco más que fundidas. Y no me refiero al flash o las cámaras. Toca despedirme de los novios, agradecerles su confianza en mi trabajo y desearles lo mejor juntos. De algún modo un círculo se cierra con sus abrazos y su gratitud por mi esfuerzo. Toca recoger el material y regresar a casa. A veces cerca, a veces lejos, pero siempre satisfecho por haber sido testigo de momentos tan especiales y humanos.